Honduras, sus artefactos y un mercado global que no quiere mirar
- arcplusnews
- Oct 23
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Un arqueólogo del Instituto Hondureño de Antropología e Historia lo dijo con claridad:
“Honduras está llena de artefactos y de sitios arqueológicos; todas estas fueron tierras indígenas.”
Sin embargo, esos mismos objetos —cerámicas, metates, esculturas talladas en piedra y otros materiales precolombinos— se ofrecen regularmente a la venta en plataformas globales y en reconocidas casas de subastas. Esto no solo es éticamente cuestionable: en muchos casos es ilegal y está borrando el registro arqueológico y los derechos de las comunidades indígenas y locales, verdaderas herederas de ese pasado.

Qué dicen realmente las leyes de Honduras
Honduras cuenta con una ley formal para la protección de su patrimonio cultural desde hace décadas. La primera ley nacional en esta materia se promulgó en 1984 (Decreto Legislativo No. 81-84). Posteriormente fue reemplazada y actualizada por el Decreto 220-97, publicado en diciembre de 1997, que reafirma que los objetos y sitios arqueológicos son propiedad del Estado y establece sanciones (confiscaciones, multas y penas de cárcel) por exportar, vender, excavar o alterar bienes culturales de forma ilegal.
El decreto de 1997 detalla penas concretas: por ejemplo, la exportación de bienes culturales sin los permisos correspondientes puede conllevar multas de hasta un millón de lempiras y penas de prisión que varían entre meses y varios años, dependiendo de la gravedad o reincidencia. La ley también establece que los objetos precolombinos son inalienables y no pueden ser comercializados.
(Cabe aclarar: aunque en conversaciones públicas se suele mencionar una pena de “hasta 10 años de cárcel”, los textos legales vigentes no establecen una cifra universal exacta para todos los casos de saqueo o venta de artefactos. Las penas varían según la infracción y pueden aumentar bajo otros artículos del Código Penal en casos agravados.)
Cómo los objetos saqueados llegan al mercado internacional
Las casas de subastas y las plataformas en línea son el principal canal de salida para estos bienes culturales.
Sotheby’s, una de las casas de subastas más conocidas, ha ofrecido objetos procedentes o atribuidos a Honduras. Un ejemplo reciente es un “Metate ceremonial maya de piedra, costa norte de Honduras, Posclásico, ca. 800–1100 d.C.”, que fue subastado por alrededor de 10,000 euros. Este tipo de ventas de alto perfil no solo generan grandes ganancias, sino también demanda global.
eBay y otras plataformas muestran decenas de artículos etiquetados como “hondureños”, “precolombinos” o “mayas”: fragmentos de cerámica, figurillas y hasta metates. Cualquier persona puede adquirirlos con un par de clics, sin ningún control de procedencia ni permiso de exportación.
El resultado es un ciclo vicioso: los saqueadores extraen objetos de los sitios (destruyendo su contexto y el valor científico) y los venden rápidamente a coleccionistas, intermediarios o compradores en línea. En muchos casos, las casas de subastas o galerías adquieren piezas sin una procedencia completa o verificable.

El problema del tráfico ilícito de bienes culturales no termina en las fronteras.
Estados Unidos y Honduras han firmado Memorandos de Entendimiento (MOU) para imponer restricciones a la importación de materiales arqueológicos precolombinos hondureños, lo que prohíbe su ingreso al país sin la documentación legal correspondiente.
Además, el Convenio de la UNESCO de 1970 obliga a los países a prevenir la importación, exportación y transferencia ilícita de bienes culturales, y a cooperar en su restitución.
Pese a ello, el mercado internacional continúa ofreciendo piezas sin procedencia clara, y los controles resultan insuficientes frente al volumen de comercio digital.
Las casas de subastas y plataformas en línea son clave
Las casas de subastas legitiman el comercio y elevan los precios; las plataformas en línea ofrecen anonimato y volumen. Incluso cuando un vendedor afirma tener una “colección antigua”, muchas veces la documentación es incompleta o falsa. En varios casos internacionales, las autoridades han decomisado objetos saqueados vendidos a través de canales de prestigio, confirmando que el sistema falla en la verificación del origen.
La presencia constante de artefactos hondureños en ambos tipos de mercados demuestra una debilidad en la aplicación de las leyes y una falta de rigor en la revisión de procedencias.

Existen soluciones concretas que pueden implementarse tanto a nivel nacional como internacional:
Monitoreo de plataformas de venta
Sitios como eBay, Etsy o Facebook Marketplace deberían ampliar la vigilancia de categorías como “precolombino” o “hondureño”, exigir documentación de procedencia y permisos de exportación, y retirar de inmediato las publicaciones sospechosas.
Reglas más estrictas en las casas de subastas
Exigir una cadena de custodia documentada que demuestre la propiedad legal desde antes de los años 70 o desde su exportación legal. Los lotes con procedencia dudosa deben rechazarse o notificarse a las autoridades.
Fortalecer la aplicación de la ley en Honduras
Crear inventarios nacionales actualizados, un registro público de piezas legalmente exportables (si las hubiera), y campañas educativas que expliquen que los objetos arqueológicos no son recuerdos ni decoraciones, sino parte del patrimonio de todos.
Cooperación y repatriación
Fomentar acuerdos de cooperación con museos, gobiernos y plataformas tecnológicas para repatriar piezas identificadas como saqueadas y capacitar a personal aduanero y de museos para reconocer materiales ilícitos.
Apoyar la gestión comunitaria del patrimonio
Invertir en arqueología local, infraestructura museística y proyectos liderados por comunidades indígenas y locales, para que las piezas permanezcan documentadas y protegidas dentro del país.
Cuando un artefacto es saqueado y vendido, no solo se pierde un objeto: se destruye su contexto. En arqueología, el contexto —dónde y cómo se encontró— es lo que permite reconstruir la historia. Sin él, la pieza se convierte en un objeto mudo.
Además, las comunidades descendientes de esas culturas pierden un fragmento de su identidad.
Honduras cuenta con leyes desde 1984 (reforzadas en 1997) que declaran su patrimonio cultural propiedad del Estado y castigan su comercio ilegal. Sin embargo, la combinación de poca vigilancia, demanda internacional y falta de control de procedencia permite que el tráfico continúe. Las subastas de alto perfil y las ventas abiertas en línea son la evidencia más visible de un problema que requiere acción coordinada entre gobiernos, plataformas y la sociedad civil.













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