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José Simón Azcona del Hoyo: Ingeniero de la Democracia y la Dignidad Nacional

Orrin Dixon | ARC+ News


José Simón Azcona del Hoyo nació en La Ceiba el 26 de enero de 1927 y ejerció la presidencia de Honduras entre 1986 y 1990. Ingeniero civil de formación, fue un hombre más técnico que político, con una visión práctica que buscaba consolidar la democracia y la modernización del país después de décadas de influencia militar.


Su llegada al poder marcó un hito: fue la primera transición pacífica entre dos gobiernos civiles en la historia moderna de Honduras, un paso decisivo hacia la normalización democrática.


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Obras, Desarrollo y Estabilidad

Azcona enfocó su administración en la infraestructura nacional, priorizando proyectos de vivienda, carreteras y aeropuertos. Entre ellos, sentó las bases de modernización para el aeropuerto de Roatán, comprendiendo que el futuro económico del país dependía en gran parte del turismo insular y la conectividad aérea con los Estados Unidos.


Su formación técnica lo llevó a impulsar soluciones prácticas a problemas de urbanismo y transporte, dejando una huella duradera en la planificación de obras públicas, particularmente en zonas turísticas emergentes como las Islas de la Bahía.


Democracia en Tiempos Difíciles

Durante su mandato, Honduras enfrentó un contexto regional de guerra y tensiones geopolíticas. Aun así, Azcona se mantuvo firme en los procesos de paz centroamericanos, participando activamente en los Acuerdos de Esquipulas II (1987), que pusieron fin a buena parte de los conflictos armados en la región.


Su habilidad para mantener la neutralidad de Honduras y su compromiso con la vía diplomática lo convirtieron en una figura respetada a nivel internacional. En el plano interno, defendió la independencia del poder civil frente a la presión militar, preservando el equilibrio institucional durante un periodo extremadamente sensible.


Uno de los momentos más recordados de su presidencia fue cuando rechazó la oferta del narcotraficante Juan Ramón Matta Ballesteros de pagar la deuda externa de Honduras. La decisión simbolizó un acto de dignidad y ética política, al negarse a financiar el país con dinero del crimen organizado. En una época donde el narcotráfico comenzaba a infiltrar estructuras de poder en toda la región, Azcona trazó una línea clara entre el Estado y la ilegalidad, reafirmando que la soberanía nacional no estaba en venta.


José Simón Azcona del Hoyo dejó la presidencia en 1990 entregando el poder pacíficamente a Rafael Leonardo Callejas. Con ello, consolidó la tradición democrática civil que continúa siendo la base del sistema político hondureño. Su gestión no estuvo libre de dificultades económicas ni de críticas, pero su legado es innegable: un líder prudente, técnico, y profundamente comprometido con la estabilidad institucional y la moral pública.


En retrospectiva, Azcona fue un presidente de construcción más que de confrontación. Construyó viviendas, aeropuertos y, sobre todo, confianza en la democracia. En tiempos donde la ética política se vuelve cada vez más escasa, su ejemplo de sobriedad, respeto institucional y rechazo a la corrupción sigue siendo una referencia de lo que Honduras puede y debe aspirar a ser.

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